Con el título “El poder de
la superficialidad”, una versión ligeramente distinta de esta nota apareció en
la revista Credencial, número 317, abril de 2013.
La página Yahoo Respuestas
es una de las más divertidas de internet. Cualquier pregunta, por extravagante
que usted crea que es, ya alguien la hizo antes. Y lo más gracioso: otro ya se
ocupó de contestarla. Hace dos años un usuario llamado Anto preguntó los
nombres de los perros de Paris Hilton. La mejor respuesta, según calificación
de los usuarios de la página, la dio Manuel E: “¿Es de mucha importancia
conocer esos nombres? ¿Es de vital importancia?”.
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Investigando para esta
nota me enteré de que para los más avezados conocedores del mundo del
espectáculo Paris Hilton no es una celebridad sino una celebutante, esto es, una combinación de celebridad y debutante.
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No nos engañemos: Paris
Hilton es fea. Es una fea con plata, una fea arreglada. Prácticamente todas las
fotos la muestran con una odiosa “cara de pato”, pero no es porque siempre esté
haciendo un mohín: es porque efectivamente tiene cara de pato. Tiene el cráneo
muy grande para sus rasgos faciales, los ojos anodinos, una giba en la nariz. Tampoco
está buena: el trasero escurrido, las piernas muy flacas, las clavículas
expuestas siempre, rodillas de niño. Mucho hueso. Claro, todo es cuestión de
gustos.
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Lo que la diferenciará
para siempre de las otras celebridades es que Paris Hilton primero creó una
marca y después agregó productos a esa marca. La marca es Paris Hilton. Luego
llegaron los perfumes, la ropa para mascotas, los zapatos y bolsos, el disco y
ahora, válgame Dios, los hoteles. Nunca antes se había hecho mercadeo de esa
manera.
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Rick Salomon, Jason Shaw,
Benji Madden, Dough Reinhardt, Nick Carter, River Viiperi… Paris Hilton ha
tenido tantos novios, tantas aventuras de verano, tantas conquistas de una
noche que ni siquiera ha tenido tiempo para una boda relámpago.
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La estrategia de crear la
marca y luego agregarle productos no se la inventó ella sino su agente por casi
diez años, Jason Moore. Él la acompañó en su ascenso al estrellato. Se
separaron en 2009 porque la esposa de Moore no soportaba el tiempo que su
marido le dedicaba a su cliente. Mire usted: justo desde 2009 Paris Hilton dejó
de ocupar su puesto fijo —y diario— en las noticias de farándula.
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“El omnipresente mundo de
la celebridad —que ahora interconecta el entretenimiento, la política y las
noticias— es dominado por expertos, sofisticados mánagers que entienden el ADN,
la química de la fama, y saben cómo crearla. Ellos pueden dirigir las cámaras
hacia donde escojan. Internet puede poner cualquier rumor en movimiento, no
importa si es cierto o no. La realidad se puede crear, interpretar. Bienvenidos
al mundo de la telenovela real, donde la celebridad vende de todo, donde nuevas
y complejas historias personales se sirven de manera entretenida, y luego se
convierten en películas, en las cuales cada vez se vuelve más difícil separar
los hechos de la ficción”. (Maureen Orth, The
Importance of Being Famous, New York, Henry Holt and Company, 2004.
Traducido para la revista El Malpensante.)
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No debe ser nada fácil
posicionar una marca que no ofrece ningún producto tangible, que apenas es un
nombre. Igual de complicado supongo que debe ser mantener esa marca, e ir
agregándole productos. Ayuda ser heredera y tener un apellido reconocible por todo el mundo. Pero se requiere también ojo afilado para seleccionar los productos
y para escoger el grupo de colaboradores, ejercer un monitoreo permanente sobre
todos los aspectos de esa marca y de lo que mueve. Y, sobre todo, se requiere entrar
a saco en los medios de comunicación.
Paris Hilton lo hizo. Eso
demuestra que no es ninguna tonta. Quizá tampoco sea inteligente, pero viendo
las decisiones que ha tomado, al menos desde el punto de vista empresarial,
podemos decir que es sagaz.
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El ser humano se complace
en celebrar sus logros, pero se regocija más con el fracaso de los otros. Y si
esos otros tienen dinero, nombre y prestigio, mejor. Paris Hilton le dio todo
al respetable público. Ella —o su mánager, qué más da— inventó el ahora viejo truco del video porno como estrategia. Cuando apenas era conocida como una heredera amante de
la juerga apareció en Internet su performance con un exnovio en la cama de un hotel. Una semana después se estrenó el primer reality donde apareció Hilton,
The Simple Life, en el que se iba a
vivir con su mejor amiga a una granja, lejos de los lujos de Los Ángeles y
Nueva York. Era un plato demasiado suculento para perdérselo: el capítulo de
estreno tuvo 13 millones de televidentes, todo un récord para ese tipo de
programas.
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Además
de astucia para los negocios, Paris Hilton ha demostrado ser muy ocurrente. Ha
soltado frases memorables por divertidas, por frívolas, por desenfadadas: “Debes
vivir todos los días como si fuera tu cumpleaños”, “Yo no pienso, sólo camino”,
“Pedir Coca Cola Light es de gordas”, “No importa cómo luce una mujer. Si es
segura, es sexy”, “¿Qué es un comedor de beneficencia?”, “Una verdadera
heredera nunca es cruel con nadie, excepto con una chica que se roba a su
novio”.
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El
más reciente reality de Paris Hilton prometía desnudar como nunca antes su vida
privada. Se llamó El mundo según Paris
y se estrenó en el segundo semestre de 2011. Su capítulo de estreno tuvo 400
mil televidentes. Nunca pudo levantar el rating, por lo que no se renovaron los
contratos para la segunda temporada.
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Marilyn Monroe, Dolce,
Prince, Harajuku Bitch, Prada, Tinkerbell… bah. “¿Es de mucha importancia
conocer esos nombres? ¿Es de vital importancia?”.
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