Carlos Pascual Aceves Monsiváis. Murió en 2010 de fibrosis
pulmonar aunque ni fumaba ni bebía y nadaba desde chico: lo cuenta su amiga
Elena Poniatowska en la necrológica que escribió para El País. Al parecer vivía en un museo, rodeado por colecciones de
cuanta cosa se le ocurrió coleccionar, por libros y por gatos de nombres
maravillosos: Caso Omiso, Monja Desmantecada, Miss Oginia, Miau Tsé Tung, Voto
de Castidad, Gatzinger, Peligro Para México... y así hasta completar trece.
Adentro pero con el ojo afuera, mirando a su México lindo y bandido. Cuentan
que contestaba el teléfono fingiendo la voz, para tener chance de negarse a ir
a una conferencia, a un homenaje, a una lectura. Lo invitaban a todo porque era
la Voz de México, su Ojo Avizor. Cuentan que no contestó al timbre de la puerta
cuando unos estudiantes tocaban y tocaban para llevarlo a una charla en una
universidad; que cuando pensó que se habían ido salió desprevenido y se los encontró haciendo guardia en su puerta; que resignado los siguió y que al menor descuido salió
corriendo por la calle. Cuentan tantas cosas de Monsiváis. Pero lo que importa,
en últimas, es lo que él contó en libros ineludibles como Días de guardar, De qué se
ríe el licenciado, Rostros del cine
mexicano, Aires de familia. Cultura y
sociedad en América Latina…
Francisco León ha peinado la obra completa de Carlos
Monsiváis para extractar aforismos acomodados en su prosa. Y aquí hago una
selección de esa selección, que espero sirva de invitación a leer alguno de sus
libros. No tienen pierde.
Hay que seguir creyendo mientras no consigamos otra fuente
institucional de estímulos.
La sociedad está en edad de merecer.
La tragedia es el pago mínimo por el derecho a vivir la
historia.
Se siente divino ser Señorita México.
Quienes moralizan suelen ser los derrotados.
Las minorías también tienen demasiados habitantes.
El pecado sin las malas palabras como que no sabe.
En el futuro todo mundo tendrá derecho a sus 15 minutos de
anonimato.
Cada vez es más difícil estar a gusto con quien sea.
Los deseos ilegítimos son aquellos irrealizables.
Solicitar la crítica ha sido demandar el elogio.
Sigue imperando la noción de que sólo en lo extramatrimonial
se hallarán las experiencias enloquecedoras.
Ser moderno es oponerse al horario de las buenas costumbres.
Sin frustraciones dolorosas no hay acceso respetable a la
bebida.
La parranda, según esta subcultura, es la regeneración de
una especie deshecha por la vida cotidiana.
El pueblo derrotado se vuelve el amante resentido.
Hay lágrimas tan viriles como puñetazos.
Se viene de la nada y se llega hasta donde es posible.
Los elegantes viven para vestir.
Conclusión: Las
emociones fuertes son privilegio de las vacaciones en el extranjero.
Miss México es un símbolo de la falta de símbolos.
Si en la promiscuidad se mantiene la sensación de culpa,
está bien.
En una sociedad sexista, para sobrevivir, la “mujer
liberada” debe machificarse.
¿Para qué acelerarse si el danzón es el tiempo del mundo a
disposición de una pareja?
Los comentarios machistas son la redención de los fracasos
sexuales.
El que no conoce el baile no conoce el cuerpo.
El domesticamiento de lo subversivo está a cargo de arduas
metáforas.
Las masas no tienen remedio.
El peinado es el hombre; del trato que le des a tu cabellera
se desprenden informaciones sobre tu vida familiar y tus proclividades más
insaciables.
La ropa ajusta, no pregona: insiste; no insinúa: informa.
La exhibición se matrimonia con la inhibición.
La crítica es manejable, la admiración no.
El mambo anuncia lo que va a suceder y actúa lo que jamás
acontece.
¡Viva el nervio óptico!, que nos permite gozar de
condominios agigantados por la envidia.
El orden con sangre entra.
El refinamiento se adquiere identificando el mal gusto.
Si la industria televisiva no amplía periódicamente sus
criterios, el espectador siente que la vida no transcurre.
El tigre es nuestra única oportunidad de ser devorados por
el gato.
Cada que la Identidad Nacional agoniza alguien, para resucitarla,
grita ‘¡¡Gol!!’”.
El anonimato es una variedad del protagonismo.
Sólo renunciaré al voyeurismo si me permiten tocar.
La fe que no fatiga es igualita a la indiferencia.
Los extremos no existen, por eso se juntan.
El Pueblo es la mirada colectiva sobre un aparato de
televisión.
Un cronista honesto revisa y comprueba todos sus prejuicios.
¿Será el alcohol el más perdurable de los vínculos?
“La mancha urbana”, elegante sustituto de “la lepra de la
pobreza”.
El héroe verdadero del nacionalismo es un habitante anónimo,
rencoroso en el amor y reacio a la épica.
El “tríptico”: heterosexual de día, bisexual de noche,
homoerótico de madrugada.
En los prostíbulos se fortalece el ego y se pone a salvo la
santidad del hogar.
Tenerle ganas a la legítima esposa es extraviar la libido.
La moda impulsa la tolerancia, aunque la tolerancia no está
de moda.
Cuando la gana llega la gana gana.
El dinero nos salvará de la Tercera Edad.
Los fusilamos de: Autoayúdate
que Dios te autoayudará. Aforismos de Carlos Monsiváis. Prólogo,
investigación y notas de Francisco León, México, Seix Barral, 2011.
Comentarios
Gracias de antemano.
"Quienes moralizan suelen ser los derrotados."
"Hay que seguir creyendo mientras no consigamos otra fuente institucional de estímulos."
Un buen ejemplo para seguir fumando.