Historias en la palma de la mano, de Yasunari Kawabata


Qué bueno que estén distribuyendo en Colombia el fondo reciente de Emecé. Hace poco me jalaron los relatos de Cheever en impecable edición y al fin pude saldar esa deuda de lectura, y hace unos días me encuentro con estas Historias en la palma de la mano. Trajeron también mucho Borges, más de Kawabata… una delicia. Y en traducción directa del japonés realizada por la delicada Amalia Sato.

Y esto de la traducción directa se nota en la primera frase que uno lea, sobre todo si ya ha leído otras traducciones, como la de Juan Forn, que pasó primero por el inglés, o la de Primera nieve en el monte Fuji, que hizo para Norma Jaime Barrera Plana (que está muy bien, pero que no es tan "Kawabata" como esta de Amalia Sato). Aquí la frase es puntuda, directa al centro de placer lector: el narrador se detiene a mirar una escena de coqueteo entre dos vendedores, una joven y un muchacho, en la noche de Tokio. Pilla una sonrisa de la señorita que seguro iba dirigida al muchacho, y dice: “Me sentía avergonzado por haberles robado un secreto. Seguí caminando”, y se acaba el cuento (p. 117). Y por más secas que parezcan esas frases, por más notariales, se les percibe en tantos casos un halo erótico, o al menos coqueto: “Mi esposa tiene la misma levedad de verano que un ramo de lilas” (p. 134): sin comentarios.

No sé por qué me da por pensar que el tema, en estos relatos, no es muy trascendente. Lo que destaca aquí es una imagen, una sensación, un clima, una atmósfera. El tema, la peripecia, está en el segundo plano para Kawabata. Una mujer cae postrada y el corsé que solía llevar queda abandonado en el jardín. “Cuando nevaba, el corsé se volvía blanco con el resto del jardín. En las dos aberturas abiertas en el pecho, en esas pequeñas ventanas redondas por donde asomaban los senos, se posaban los gorriones, sus cabezas moviéndose de un costado a otro en una perfecta escena de nevada matinal, como en un triste cuento de hadas” (p. 195). ¿Los vieron? ¿Los gorriones? ¿El corsé tirado allí, blanco? Yo sí, y me bajó una gotica de frío por la espalda.

Son relatos muy cortos, que empiezan en cualquier momento de la historia y se van, dejándola que siga sucediendo. Son ejercicios de estilo, son lecciones de perspicacia, de observación. “La joven tenía los dedos delgados y la cintura de una niña nacida en el seno de una familia pobre en algún antiguo suburbio de Tokio (p. 116). No sé cómo tengan la cintura esas chicas, pero yo pude identificar a la señorita del cuento.

Son relatos muy cortos, repito. Como para pasarse por uno o dos cada día, mientras hierve el café y su aroma empieza a llenar la mañana.


Yasunari Kawabata, Historias en la palma de la mano, Buenos Aires, Emecé, 2007, 294 páginas. Traducción de Amalia Sato.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Upa.... Relatos de la mano: como aquel de la mano izquierda en País de Nieve. Lo empecé ayer. Se lee tan rápido que le mermé la velocidad: no vaya y sea que esto de aroma se pierda tan rápido.
Me interesa lo mínimo, lo condensado: y ello me lleva al Haiku...
Jose F ha dicho que…
Le tengo una mala noticia, amigo Camilo:
Ocup�ndose de rese�ar el mismo libro de que ahora trata aqu�, Pedro Lipcovich advierte en P�gina12:
"La traducci�n no es directa del japon�s sino del ingl�s (la edici�n omite mencionar esto), si bien la traductora Amalia Sato revis� y corrigi� la versi�n inglesa a partir del original."
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/libros/10-1914-2006-01-20.html
Reciba un saludo de su lector, también desengañado
Carlos Augusto Jaramillo ha dicho que…
Lo sutil, no el rictus sino el gesto. No la anecdota sino el cómo. Venimos pensando hace tiempo en la necesidad de no contar nada y lograr el arte. Gracias por esa reseña.
Camilo Jiménez ha dicho que…
José F: qué raro, si la señora Sato está al frente de una revista de traducción del japonés, "Tokonoma. Traducción y Literatura" y estuvo también muy a la cabeza de otra publicación de literatura japonesa, "Seda".

Lástima. Pero no sé, es diferente el tono, la textura, a las que he leído de Kabawata que vienen del inglés. En fin.

Qué bueno tenerlo por acá, gracias por la aclaración.
Mauricio ha dicho que…
yo no se porque Kawabata logra convertir un movimiento de la mano en algo erotico, a mi eso me impresiono cuando lei por primera vez la Casa de las Bellas Durmientes, sigo tratando de lograr imagenes en base al viejo Eguchi y la(s) concubina(s) que el no puede tocar. Recomendado leerse a Yukio Mishima quien fue en cierto modo su discipulo.
yacasinosoynadie ha dicho que…
Kawabata es, como dice un buen amigo poeta (aunque no parezca) ¡¡¡EL PUTO AMO!!!… me perdonan los habidos intelectuales que suelen comentar en el blog de Camilo pero cuando de Kawabata se trata no escatimo esfuerzos en mostrar mi pasión.

Este es un libro exquisito, el primer cuento que leí me recordó esa deliciosa brevedad que logró Italo Calvino en “Los amores difíciles”. Las imágenes que logra son vivas y llenas de colores. Entre las páginas se logra detectar un extraño halito de humanidad que pone la piel de gallina. De lo mejor que le he leído al noble-nobel japonés.

Buena “reseña” profe.
Camilo Jiménez ha dicho que…
Eso de "el puto amo" se lo oí hace añísimos a una excelsa banda de hip hop española que se llamaba "El club de los poetas violentos", en un disco titulado "Madrid Zona Bruta". Larga vida, nunca los volví a oír. Bienvenido por acá, Jorge.